lunes, 2 de marzo de 2009

Verdad sólo hay una

He de reconocer que llevaba varios partidos sin acudir de forma continuada a Mestalla. El final del embarazo de mi mujer y el nacimiento de David me condicionaron/condicionan mucho mi tiempo y, ciertamente, la situación deportiva, económica y social del club no ayudan en exceso...

Ayer, no sé muy bien por qué, me encontraba con ánimos de acudir al viejo coliseo. Pero la cosa se torció desde el comienzo. Conforme salía del garaje con el coche comenzaba a llover... juro que pensé en darme la vuelta... El caso es que continué hacia el estadio.

Ya en los alrededores del campo, cervecita con los colegas, subidita por la torre B y, asfixiados, llegamos a nuestros asientos: simplemente desolador. El aforo se encontraba cubierto en algo más de la mitad. Tristeza, desesperación, abatimiento, desesperanza y, lo peor, apatía en las caras de nuestros vecinos de siempre, esos individuos que, con el paso de los años, han crecido, han envejecido, han celebrado y han llorado junto a mí en Mestalla. Pero lo peor es que algunos no estaban... y está por ver que vuelvan.

Durante lo 20 años que llevo yendo a Mestalla siempre he mantenido una tradición: la Coca Cola del descanso. para evitar las colas que siempre se producían en las barras de bebidas tenías dos opciones, o bajabas poco antes de que el arbitro pitara el final de la primera parte o te esperabas a que pasasen los 15 minutos de rigor. Ayer, por necesidades que no vienen al caso bajé nada más pitar el árbitro e, inesperadamente, el mayor de los vacíos: ni una sola persona en la cola, ni una triste alma.

Fin del partido, tristeza, desesperación, abatimiento, desesperanza y, lo peor, apatía en las caras de nuestros vecinos de siempre, esos individuos que, con el paso de los años, han crecido, han envejecido, han celebrado y han llorado junto a mí en Mestalla.

¿Qué nos está pasando?

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